Durante 3 días consecutivos abrí las puertas de mi casa para todo aquel que dice verme y quiere hacerme visible. Una vez en mi casa les anticipaba que iba a tomar 3 fotografías individuales en el baño a oscuras, les hacía ingresar uno por uno al espacio con los ojos cerrados y mientras les ponía una peluca simil a mi pelo, los maquillaba y los vestía como yo, compartía una y otra vez un relato respecto a mi visibilidad.
LA HISTORIA DEL REMERÓN
(o el día que me hice visible para los desconocidos)
LA HISTORIA DEL VESTIDO
(o el día que me volví invisible para parte de mi familia)
Al finalizar el relato comenzaba tomando dos fotografías, una de frente y otra frente al espejo, y en la tercera y última pedía al participante que trate de evocar su representación visual de mí misma y haga una pose, postura, gesto y/o mirada para imitarme, todo en plena oscuridad.
Una vez finalizada la sesión fotografica desvestía al participante y al darle su ropa le permitía abrir los ojos, es decir que nunca me veía visible a través de sí mismo hasta el momento de ver las fotos unas semanas después.
También le pedía que en un papel escriba en secreto una palabra, la que sea, que me abarque en mi totalidad, lo doble y anote del lado de afuera la fecha en la que registra el momento en que me volví visible en su vida.
El cartel con el nombre y fecha de visibilidad fue poblando la puerta del lugar de manera cronológica.